Kintsugi una actividad japonesa desarrollada en una comunidad campesina colombiana
- FREDERMAN CARRERO
- Jun 13, 2023
- 2 min read
Una jornada más del programa Hilando Vida y Esperanza trabajando con la comunidad campesina de El Agrado en el municipio de Piendamó con el fin de generar procesos de sanación psicosocial individual y colectivamente; para ello se utilizó el kintsugi, el cual es una actividad japonesa que consiste en reparar una cerámica rota. Dice la historia japonesa que Ashikaga Yoshimasa dueño de una cerámica hermosa y la cual le producía mucho apego, pues era indispensable para la ceremonia del té, la mandó a arreglar a China, donde se limitaron a asegurarlo con unas burdas grapas. No contento con el resultado, el señor feudal recurrió a los artesanos de su país, que dieron finalmente con una solución atractiva y duradera.
Mediante el encaje y la unión de los fragmentos con un barniz espolvoreado de oro, la cerámica recuperó su forma original, si bien las cicatrices doradas y visibles transformaron su esencia estética, evocando el desgaste que el tiempo obra sobre las cosas físicas, la mutabilidad de la identidad y el valor de la imperfección. Así que, en lugar de disimular las líneas de rotura, las piezas tratadas con este método exhiben las heridas de su pasado, con lo que adquieren una nueva vida. Se vuelven únicas y, por lo tanto, ganan en belleza y hondura. Y es precisamente en estas ruptura y uniones de la cerámica que los y las asistentes pueden tramitar sus emocionalidades en relación a algún hecho negativo en sus vidas.
Pude observar como el esmero de las personas en convertir esas cicatrices que deja la unión de la cerámica con el porcelanicrón que les dimos, en una forma bonita y positiva, pasando de la ruptura a la construcción y la unión.
Cualquier persona podría al ver está actividad decir que en sí solo están reconstruyendo y adornando una cerámica; pero el proceso que se viene llevando con la población y el desarrollo de múltiples actividades que han permitido previamente desarrollar sentires y explorar emocionalidades, es lo que hoy me permite ver, que en realidad esta representación simbólica del sanar las cicatrices y de construirlas como algo positivo sí se está realizando, pues seguidamente de la actividad manual, las personas (si quieren) expresaron que heridas han reconfigurado y quedan finalmente con la tarea de sembrar y colocar la cerámica en un lugar importante para ellos.
Cuento esta breve historia en el sentido de que el kintsugi, siempre nos rodea, pero la conciencia en la transformación de nuestras rupturas es lo que no encontramos y por ende no nos permitimos una sanación apropiada. El kintsugi puede aplicarse a nuestra vestimenta, a la organización de nuestro cuarto, al cambio de nuestra cotidianidad, pero solo es aplicable si tomamos conciencia de nuestro y se le da un propósito a él. Dejo este escrito como una invitación a adoptar transformaciones cotidianas que nos permitan sanar y avanzar en nuestras vidas.

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